La frustración es una emoción que surge
cuando, después de acariciar un profundo
deseo, lo vemos escapar de nuestras manos. Es una emoción que está a mitad de
camino entre la ira y la resignación. Desear algo en la vida es muy importante
y necesario. No tenemos que eliminar esto de la naturaleza del niño, pero sí
educarlo para que lleguen a comprender cómo funciona el deseo en sus vidas.
En los primeros años, aunque no se pueda
razonar del todo con ellos, hay algunos comportamientos que serán esenciales que
el adulto realice para educar la gestión de la frustración:
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Poner normas y límites claros y explícitos en
varios aspectos de sus vidas. Por ejemplo, decir que no y mantener esa decisión
las veces que haga falta. No ceder nunca a las rabietas y explosiones de ira
del niño. Y ser un buen ejemplo de la gestión de la frustración.
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Ayudarle a identificar alternativas a su deseo. Para eso educaremos el valor
del esfuerzo. Les enseñaremos a intentar las cosas una y otra vez.
·
Incluso tendrán
que entender que habrá ocasiones en las que aquello que desean no será posible
de conseguir nunca. Y entonces abrazaremos juntos la emoción de la resignación.