La frustración es una emoción que surge
cuando, después de acariciar un profundo
deseo, lo vemos escapar de nuestras manos. Es una emoción que está a mitad de
camino entre la ira y la resignación. Desear algo en la vida es muy importante
y necesario. No tenemos que eliminar esto de la naturaleza del niño, pero sí
educarlo para que lleguen a comprender cómo funciona el deseo en sus vidas.
En los primeros años, aunque no se pueda
razonar del todo con ellos, hay algunos comportamientos que serán esenciales que
el adulto realice para educar la gestión de la frustración:
·
Poner normas y límites claros y explícitos en
varios aspectos de sus vidas. Por ejemplo, decir que no y mantener esa decisión
las veces que haga falta. No ceder nunca a las rabietas y explosiones de ira
del niño. Y ser un buen ejemplo de la gestión de la frustración.
·
Ayudarle a identificar alternativas a su deseo. Para eso educaremos el valor
del esfuerzo. Les enseñaremos a intentar las cosas una y otra vez.
·
Incluso tendrán
que entender que habrá ocasiones en las que aquello que desean no será posible
de conseguir nunca. Y entonces abrazaremos juntos la emoción de la resignación.
En la vida, la frustración es algo que nos
ocurre casi a diario y a nadie nos gusta quedarnos sin algo que deseamos, y a
los niños tampoco. Cómo lidiar con esta dicotomía entre lo que uno desea y lo
que uno obtiene e salgo en lo que podemos ayudar, y mucho, a los más pequeños.
1. Lo primero que tenemos que hacer es permitir que se frustren. No nos
esforcemos en que no experimenten esta molesta emoción, es bueno que el niño
aprenda que las personas “no siempre nos salimos con la nuestra”. Quien no se
ha frustrado de pequeño y ha conseguido todo lo que deseaba será un adulto con
más probabilidades de sufrir ansiedad y depresión. Experimentando sus primeras
frustraciones podrá desarrollar su paciencia y su capacidad de empatía.
2. El niño, hasta que aprende, puede
exteriorizar su frustración de diversas maneras: mediante rabietas, protestas,
repetición insistente de lo deseado, etc. No te preocupes y sé firme, es una emoción que se le pasará
y aprenderá de ella.
3. Una vez le hayas dejado claro tu decisión
no mal gastes energías en tratar de convencerle, no se debe entrar en
negociaciones . Eso si, háblale tranquilo, sin elevar la voz dejando claro tu
punto, “que tu sí sea un sí y tú no sea
un no”.
Aquí os propongo unas técnicas que podéis utilizar para calmar a los niños en los momentos de frustración ( siempre que la situación lo permita, claro).
TÉCNICA DE LA TORTUGA
La
técnica de la tortuga es un método de autocontrol de los impulsos y las
emociones basado en la técnica de Marlene Schneider y Arthur
Robin (1990).
Se usa la analogía de la tortuga por cómo se repliega dentro de su caparazón
cuando se siente amenazada.
Dentro
del caparazón, la tortuga es capaz de reflexionar, pensar sus acciones
y tranquilizarse. Eso es justo lo que debe hacer el alumno-a antes de
explotar emocionalmente tras la frustración o algún conflicto, palabrotas o
golpes ante determinados estímulos.
¿Cómo aplicar la técnica de la tortuga
con los niños?
En
el cuento se habla sobre tres pasos que se deben seguir para aplicar la
técnica de la tortuga: parar, respirar y pensar en los problemas y
las soluciones. Una vez llevado a cabo este procedimiento es cuando se debe
actuar.
Una vez relajados, es importante ayudar
a los niños a encontrar soluciones. Para ello, podemos poner en práctica
algunas de las situaciones que alteran al niño o a la niña, inventarlas para
las resuelvan o incluso inspirarse en los cuentos. Como dice la tortuguita en el cuento,
es muy importante practicar estas situaciones para que, cuando ocurran de
verdad, tengan en la mente «probar la técnica de la tortuga». Unas veces saldrá
y otras quizás la situación les supere, pero intentarlo es lo más importante.
Para los que os hayais iniciado en el Yoga, la técnica de la Nube
también es utilizada en niños, aquí
tenéis el enlace:
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