NOVIEMBRE 2023
EL
DIA DE TODOS LOS SANTOS
¿Qué
celebramos este día?
HABLEMOS
DEL DUELO
¿Qué pasa cuando alguién de la familia muere?
Es
normal estar triste, no tener ganas de hacer nada, tener ganas de llorar, estar
enfadado-a, sentir rabia, querer verla otra vez e incluso tener pesadillas...
Es
necesario validar todas las emociones, sabiendo que todas cumplen su función...
pero no debemos dejar que se instauren en nosotros de manera indefinida.
Han
venido para decirnos que tenemos que reaccionar, aceptar y seguir viviendo
siempre en alegría y positividad.
¿Qué
es el duelo?
El
duelo es la tristeza profunda que sentimos cuando se muere un ser querido. Esta
pérdida puede provocar un gran cambio en nuestra vida. Siempre lleva un tiempo
afrontar esa pérdida y encontrar maneras de adaptarse a esa ausencia. El apoyo
y el consuelo de otras personas, sobre todo aquellas que han pasado por un
proceso similar, te pueden ayudar a sobrellevar el duelo.
¿Cómo
nos afecta el duelo?
El
duelo por la muerte de un ser querido siempre va a depender de lo cerca que nos
sentíamos de la persona que acaba de fallecer. También depende del papel que
desempeñaba esa persona en nuestra vida. No es lo mismo la muerte de un padre,
un hijo, un hermano, un abuelo o un amigo íntimo ,que la muerte de alguien a
quien no conocíamos tan bien. Otra cuestión importante son las condiciones en
las que se ha producido esa muerte. El duelo puede ser más intenso si la muerte
fue repentina, sin esperarla, a diferencia de si es consecuencia de una larga
enfermedad. En este último caso el tiempo que dura la enfermedad suaviza un
poco el duelo.
A
menudo, el duelo es más intenso cuando hace poco que ha muerto la persona. Pero
hay personas que no sienten la pérdida de inmediato. Pueden sentirse como
insensibles, en estado de shock o no acabárselo de creer. Eso también está
bien. Puede llevar un tiempo hacerse a la idea de que la persona se ha ido.
¿Cómo
afecta el duelo a nuestras emociones y sentimientos?
Es
probable que tengamos muchas emociones diferentes. Y la manera en que nos
sentimos puede cambiar de un día a otro. A veces sentiremos tristeza, enojo,
ansiedad, culpa o desesperación. En otros momentos sentiremos alivio, amor,
gratitud, ternura o esperanza.
Es
importante tomar conciencia de nuestras emociones y sentimientos y de cómo van
cambiando. Tratemos de aceptar como nos sentimos, en lugar de castigarnos
pensando que deberíamos sentir de otra manera. Debemos fijarnos en cualquier
cosa buena que ocurra durante este periodo de duelo o perdida, por pequeña que
sea.
¿Cómo
afecta el duelo a nuestros pensamientos?
Pueden
haber cosas que nos preocupen o de las que nos arrepintamos, o pensemos en
cosas que nos hubiera gustado decirle o haber hecho con esa persona. Es posible
que pensemos en cómo será la vida sin esa persona…
Debemos
expresar de una manera u otra todo aquello que se nos pase por la mente, sin
sentirnos culpables. En ese momento necesitamos validar lo que sentimos y
nuestro pensamiento es la única via que conocemos.Tal vez nos ayude contarlo a
otras personas importantes de la familia o escribirlo en forma de diario o
carta.
Debemos
darnos tiempo para pensar y reflexionar, permitirnos pausas, tomarnos respiros
cuando lo necessitemos. Sin presiones. A veces, algunas personas, con ánimo de
ayudar, no cesan de decirnos que ya no podemos hacer nada y que la vida
continua.
Todos
somos distintos y cada uno de nosotros-as necesita su tiempo para transitar su
duelo, tiempos que son muy distintos en cada caso. No debemos compararnos con
nadie.
¿Cómo
afecta el duelo a nuestro cuerpo?
El
duelo puede afectar a nuestro apetito, al sueño, a nuestra energía, podemos
sentir cansancio, inquietud, nerviosismo e incluso sentir ansiedad. Podemos
sufrirlo todo a la vez o de forma paulatina.
Debemos
por tanto observar como nos afecta físicamente y procurar descansar, comer bien
y hacer ejercicio en la medida de lo posible ( andar, por ejemplo). La
respiración consciente también ayuda.
¿Cuánto
puede durar el duelo?
No
hay ninguna duración fija para los duelos. Está bien que duren semanas, meses o
mucho más.No es un proceso general sino que cada persona lo transita a su
manera y a su tiempo.
Cuando
retomanos nuestras actividades
cotidianas, es posible que pensemos que deberíamos haber superado el duelo.
Pero esto no es así en ningún caso, durante un tiempo, nos cuesta meternos
plenamente en las obligaciones de cada día. Probablemente seguiremos sintiendo
el vacío y la tristeza.
Muchas
personas afirman que sienten el duelo en una especie de "oleadas" que
vienen y van. En algunos momentos, los recuerdos del ser querido pueden causar
una sensación de vacío muy intensa. En otros momentos, el duelo pasa a un
segundo plano, de modo que deja de estar en sus mentes durante todo el tiempo.
Mientras
se vaya suavizando nuestro duelo, es posible que nos vayamos dando cuenta de que
la persona que tanto queremos sigue en nosotros, en nuestro corazón, en
nuestros pensamientos y en nuestros recuerdos, igual que el efecto positivo que
ha tenido en nuestra vida. Entonces entenderemos que sentirse mejor no
significa haberse olvidado de nuestro ser querido.
Entonces, ¿se puede volver a la alegria?
Ir
a la alegría no es fácil en estos momentos, pero debemos esforzarnos. Tenemos
un cerebro fácilmente influenciable, tanto para lo malo, como para lo bueno.
Recordad los momentos buenos siempre ayuda, las fiestas, las reuniones, las anécdotas hay que hablar de ello.
Siempre
estarán con nosotros si los recordamos. Es verdad, que al principio nos hará
llorar, nos emocionaremos, pero poco a poco esos recuerdos nos proporcionarán
bienestar.
Hablar
de todo esto con nuestras personas de confianza es liberador y nos hace
sentirnos mejor.
¿Y qué cosas más podemos hacer...?
No
hay recetas, pero muchos psicólogos coinciden en:
- Dormir, ya que al dormir se van suavizando los malos recuerdos, necesitamos dormir todos los días al menos 8 horas seguidas para conseguir el efecto reparador que necesita nuestro cerebro.
- Hablar con la persona que no está, si lo necesitamos.
- Hablar con personas de nuestro entorno cercano de lo que sentimos, compartir nuestras emociones.
- Nunca guardar para nosotros las emociones, la “amígdala” se encarga de
recordarnos continuamente a modo de "pepito grillo", todo aquello que
no verbalizamos y que nos produce dolor.
Os recomiendo que escuchéis este precioso cuento y saquéis vuestras propias conclusiones... "El cuento de la libélula".
Maria
Dolores Abril Caballero
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